Los mayas, zoques y chiapanecas, que conforman la actual cultura de Chiapas, ya honraban y rendían culto a sus muertos desde la antigüedad. Es decir, la mayoría de los pueblos indios de Chiapas rendía culto a la muerte, a la santísima muerte. Los indios llevaban ofrendas a sus difuntos alumbrados con teas encendidas, alzando los brazos les ofrecían alimentos y bebidas, e inciensos. Con la llegada de la Conquista española (1524-1528) y posterior colonización (1528-1560), más la evangelización de los indios en la fe católica, surgieron los festejos a los muertos y los altares de las ofrendas modernas. En el siglo IX el papa Gregorio IV había hecho oficial el festejo de los difuntos para recordarlos y honrarlos.
Para los indígenas chiapanecos no existía, dentro de su cosmovisión, el término morir; solamente la concepción de “sueño temporal” (muerte chiquita) y “sueño eterno” (muerte grande). En términos generales, puede decirse que los tres grupos étnicos de Chiapas de origen maya, zoque y chiapaneca festejan más o menos igual a sus muertos. Las únicas diferencias son las geográficas o de forma. En algunos pueblos los altares lo constituyen las propias tumbas; y en otros, se construyen altares tomando como base la mesa dedicada a los santos. De acuerdo con las tradiciones y costumbres, étnicas y populares, los seres vivos esperan con ansia los días 1 y 2 de noviembre de cada año para honrar con ofrendas, altares y oraciones, a las almas chicas y grandes (ánimas) que vienen a visitar a sus familias. Las almas chicas llegan a las 12:00 del 31 de octubre y se retiran a las 12:00 horas del 1 de noviembre; hora y fecha en que llegan las almas grandes, para retirarse el día 2.
El Día de Todosantos (la llegada de las almitas) se celebra durante el 1º de noviembre y el 2 de noviembre el Día de Muertos (la llegada de las almas grandes).
Los altares son, pues, mesas adornadas con ofrendas para los muertos que contienen lo que más le gustaba al muerto en vida: comidas, bebidas, postres, cigarros, “trago”, entre otros; ornamentada con manteles, cortinas, juncia, velas, veladoras, papel de China picado o papel crepé en diversos colores (blanco y morado, de preferencia), sahumerio y estoraque, fotografías de familiares o artistas fallecidos, imágenes de santos, entre otras. Por sus características se habla del altar zoque, del altar chiapaneca o del altar maya.
Estos deben ser de tres escalones: el primero representa el padre; el segundo, el hijo; y el tercero, el espíritu santo.
Las cuatro velas que se colocan al pie del altar representan los cuatro puntos cardinales. La luz de las velas ilumina el camino de llegada y de regreso al más allá de las almas, para su eterno descanso. Las velas blancas representan cada unas de las personas fallecidas; si son velas grandes, representan a una persona adulta (alma grande); sin son chicas, representan a niños o jóvenes (alma chica). El 1 de noviembre se reúne la familia para velar las velas a partir de las 6:00 de la tarde. Niños y adultos permanecen estáticos, callados, temerosos. Se escuchan unos gritos: ¡Calabacita tía!… ¡Que viva la tía!…
El humo de los sahumerios limpia el lugar de la ofrenda de los malos espíritus. La cruz representa la muerte, el sacrificio, sentimiento doloroso; mientras que los colores tienen distintas representaciones: Negro: luto, tristeza; blanco: luto, paz, pureza; morado: duelo.
En los altares chiapanecos encontraremos distintos tipos de ofrendas, entre las cuales destacan:
Comidas: tamales de chipilín, de cambray, pollo en mole, estofado de res, caldo de res, bolitas de chipilín, entre otros.
Bebidas: pozol blanco y cacao, café, chocolate, atol agrio, granillo, de masa o de elote, vino, agua, tequila, mistela, temperante, pulque, tepache, taberna.
Dulces: suspiros, calabaza en dulce, melcocha (de azúcar blanca y de panela), puxinú (palomitas con dulce), turrones, dulces de manzanilla, caballito, gaznate, pan de muerto, turrón, cocadas, entre otros.
Panes: marquesote, cazueleja, tortitas, rosquilla, pan de muerto (sin manteca y sin levadura).
Frutas: naranja, caña, mandarina, plátanos, papaya, melón, granadilla, lima, calabaza, camote, entre otros.
Golosinas: dulces, cigarros, cerveza, entre otros.
Flores: cempasúchil (flor de muerto), crisantemo, flor de seda, lengüevaca, de raíz, flor de lechilla (punupunú), entre otros.
Brasero: mirra, copal y estoraque.
Vaso de agua para los seres queridos porque vienen del largo viaje con sed.
Tallo de plátano para colocar las velas.
Fotografías antiguas de los familiares fallecidos.
Adornos: Papel de China picado (en colores blanco y morado, papel crepé, juncia, velas, veladoras, manteles y cortinas blancas, “somé”, flores, entre otros.
CONSEJO DE LA CRÓNICA MUNICIPAL DE TUXTLA SERGIO FERRER / MANOLO NAJERA